miércoles, 25 de abril de 2012

Las batallitas de Dulce III - "No te voy a pegar..."

Como ya sabréis, la costumbre, ritual, manía o rutina (llamadlo como queráis) favorita de las abuelas es "preparar la merienda."
En mi casa era algo tan típico como tomarte un cola cao con grumitos, porque antiguamente no existía el "cola cao turbo" asique, me lo tomaba con una tostada pringadísima en mantequilla, (esto solo ocurría en los meses de invierno) porque en los meses de verano el menú de la merienda era totalmente distinto. Venga va, os cuento la carta del menú de verano:
De primero: Bocadillo de panceta, con un tomate natural rajado y sal gorda.
De segundo: Si nos quedábamos con hambre caía otro bocadillo. (Los que me conocen sabrán que para mi nunca existe el segundo plato, más bien suelo quedarme harta en los entrantes)
Postre: "Una torta" (Ya os contaré esta historia)
También en los meses de invierno nos íbamos a vivir "al piso," dado a que era más acogedor y hacía menos frío que en "la casa de verano."

Aquella tarde nos encontrábamos mi hermano y yo tomándonos la típica merienda bajo las enaguas aterciopeladas de color verde botella. Mi hermano se había hecho un esguince en el tobillo jugando al fútbol, (ya os podéis imaginar la retahíla que mi abuela le echo el día del percance) asique el pobre andaba con muletas. Mi abuela rondaba alrededor nuestro, y no dejaba de repetir:
-Como caigáis el cola cao en las enaguas recién lavadas, ya sabéis lo que os espera...

Segundos más tarde llegan las típicas peleas de hermanos, un empujón por aquí, dame el mando de la televisión, tu tostada tiene más mantequilla, la mía esta quemada cámbiamela, brazo por aquí, mano por allá y cola cao en las enaguas... Reacciones:

Primera reacción: Mi hermano. Sin pensárselo dos veces corre escaleras abajo (no se como lo hizo porque iba sin muletas.)
Segunda reacción: Yo. Corro al balcón para ver donde está mi hermano y si ha salido ileso de la tremenda bajada por las escalera sin las muletas.
Tercera reacción: Mi abuela. Esa mujer no tenía órbitas suficiente para esconder los ojos, las enaguas empapadas de grumitos, el vaso hecho trizas y ninguno de los dos alrededor de la mesa.

De repente escucho a mi hermano que me estaba llamando desde el portal:
-Rosamari, Rosamari bájame las muletas que yo no subo a casa.
Mi abuela en el balcón llamaba a mi hermano:
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡Santiago sube!!!!!!!!!!!
-No, que me pegas.- Mi hermano decía.
-Sube que no te voy a pegar..... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡TE VOY A MATAR!!!!!!!!!!!- Mi abuela.

Yo no pude bajar a darle las muletas a mi hermano, ya que no me dejaba mi abuela y durante toda la tarde escuchamos esa frase, que realmente nos tenía atemorizados: No te voy a pegar, TE VOY A MATAR.
La noche cayó y con aquel frío invernal, mi hermano no tuvo más remedio que subir a casa, fue entonces cuando aquella mujer se vengó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario