Empecé el año con el pie izquierdo.
Me encontraba en una situación que dentro de mi la odiaba, no estaba a gusto conmigo misma, me sentía incomoda, alejada de mis seres querido, no me sentía querida por mi misma, vivía en un país que a pesar de ser muy acogedor, me iba consumiendo cada vez más... Todo me caía mal, no le veía el lado positivo a nada...
Me levantaba con la tristeza metida en el cuerpo, una tristeza que pensé que jamás acabaría, la tristeza de un desamor, la tristeza de no estar cerca de las personas que quiero, la tristeza de no poder contarle a una amiga, cara a cara, por lo que estaba pasando, la tristeza de no poder abrazar a mi madre y buscar consuelo en su regazo... Una tristeza que iba consumiendo mi alegría, mis ganas de disfrutar la vida, de aprender, de ser independiente, de disfrutar lo que hacía.... ¡Maldita tristeza! Pasé la mitad del año amargada, y lo digo así, porque así fue. Me convertí en todo lo apuesto a mi personalidad, no sonreía, no me hacía gracia nada, deseaba que los días pasaran, las horas, minutos, no me apetecía salir, conocer gente, vivía en mi propio agujero negro, de casa al trabajo y del trabajo a casa...
Todo se hizo una bola tan grande que al final tuve que salir de la mejor manera posible, buscar el refugio de las personas que me quieren y me cuidan, ¡Acertada decisión!
Volví a mi casa a mitad de año. Decidida a cambiar, sabía que con la ayuda y el apoyo de los míos todo sería distinto y así fue. Sólo me hizo falta estar unos días rodeada de los míos para darme cuenta de lo equivocada que había estado esos meses atrás, para darme cuenta de que yo, no era yo, para darme cuenta que mi familia y amigos me quieren como siempre, eso nunca cambió. Gracias a ello conseguí reforzarme, volver a pensar en positivo, que se me iluminara la cara con una sonrisa, a aprovechar los días y saber disfrutar de cada momento. Comía con apetito, salía a hacer deporte con mi padre, hablaba y hablaba las horas muertas con mi madre, me sentaba en el sofá al lado de mi abuela para ver una película, salía de copas con mi hermano, compartía risas y momentos con mis amigos, en fin... Eso a lo que llamamos, disfrutar de los pequeños placeres.
Qué verdad es que cuando algo va bien, todo lo demás gira entorno a esa felicidad.
Como ya sabéis he pasado el verano fuera de casa (de nuevo), pero reconozco que no lo cambiaría por otro verano. Trabajaba disfrutando lo que hacía. He vivido en dos ciudades diferentes al mismo tiempo. Me acostaba en Barcelona y amanecía en Palma de Mallorca. He conocido a mucha gente buena, que me han tratado con todo el cariño del mundo y conocí a una de las personas más importantes en mi 2013. Gracias a él, recuperé la ilusión de volver a sentir, de abrazar a alguien con amor, de acostarme y levantarme pensando en esa persona, de compartir algo con alguien. Él ha hecho que mi estado de animo se dispare hasta alcanzar la felicidad máxima, que sonría como una boba, que hable a mi familia y amigos de él, me ha apoyado en decisiones profesionales, echado el sermón cuando veía que en algún momento me venía abajo, él ha conseguido ilusionarme de nuevo. En cierto modo también tengo que agradecerle que estoy aquí, en Palma de Mallorca, por él. Trabajando, a gusto, feliz, contenta, en mi lugar.
Así que, no es que quiera borrar la otra mitad del año, porque sinceramente me sirvió para aprender, para hacerme más fuerte, para pensar en positivo, para saber disfrutar de todos y cada uno de los momentos que me da la vida, para saber quererme un poco más, para no humillarme a mi misma, en fin... Gracias, mitad del año 2013 por haberme hecho recapacitar.
FELIZ AÑO 2014,
Rosita de Pitiminy.
http://www.youtube.com/watch?v=X8rnBhJX6xE (Esta canción refleja totalmente mi año 2013)
